Pasaron 19 años, dos juicios y una docena de condenados, pero el cuerpo no apareció. Ahora, la Justicia autorizó la libertad asistida para uno de los secuestradores. Un caso con ramificaciones en Paraguay, Brasil y Portugal.
Para la familia de Cristian Schaerer la llegada de la primavera dejó de ser un sinónimo de alegría hace casi dos décadas, aunque sigue siendo una época especial. Fue justamente un 21 de septiembre, en 2003, la última vez que lo vieron.
Desde entonces, se llevaron a cabo dos juicios orales por el secuestro y desaparición del joven en los que se condenó a 12 personas y otros dos imputados por el hecho, los líderes de la banda, fueron capturados en Portugal tras permanecer 14 años prófugos de la Justicia. Pese a todo, el paradero de Cristian sigue siendo un misterio.
No hay cuerpo, no apareció nunca un “arrepentido” ni ninguna pista cierta que llevara a los investigadores a dar con el joven estudiante de Derecho. Pero en las últimas horas se supo que Jorge Gabriel Sudo, uno de los condenados a 11 años de prisión como partícipe secundario en la causa, fue beneficiado por la Justicia Federal local que le otorgó una libertad asistida.
“El abogado (de Sudo) se basa en un tecnicismo”, apuntó en su momento Juan Pedro “Vasco” Schaerer, el papá de Cristian, en claro desacuerdo con la medida. Y explicó: “Dice que al no haber cuerpo no hay homicidio”. De esta manera, el juez de Cámara Jorge Enrique Bosch avaló que Sudo salga de la cárcel seis meses antes de su libertad definitiva en marzo de 2023, pese a las posturas en contrario del fiscal Flavio Ferrini y de Lara Leguizamón en ejercicio de la representación de Gloria Pompeya Gómez (madre de Cristian).
•El secuestro de Cristian Schaerer
Aquella madrugada hace 19 años Cristian volvió a su casa en la ciudad de Corrientes minutos después de las 23, pero antes de que cerrara el portón del garage lo sorprendieron cuatro sujetos armados que circulaban en un Fiat Duna y lo obligaron bajo amenaza a subir con ellos.
Así empezó un calvario que se extendió por lo menos durante 17 días: los primeros dos lo tuvieron cautivo en un galpón ubicado en el kilómetro 7,4 de la Ruta Nacional 118 y el resto los pasó en la localidad de Paso de los Libres, en el “Paraje Ombucito”, donde se le perdió definitivamente el rastro.
Durante todo ese tiempo los captores se comunicaron en varias oportunidades con la familia de Cristian para pedir un rescate. Empezaron exigiendo una suma de 5 millones de dólares pero terminaron acordando hacer el intercambio en la Triple Frontera por un monto bastante menos ambicioso.
Hacia allí fue, a Ciudad del Este, la mamá de Cristian con US$277.500 guardados en un bolso y la esperanza de toda la familia sobre sus hombros. Pompeya Gómez le entregó el dinero a unos “intermediarios” como le habían ordenado, pero a Cristian nunca lo liberaron.
“Está visto a esta altura que la única forma de encontrarlo es la confesión de alguno de ellos (los condenados), cosa a la que ya se negaron”, se lamentó el padre del joven desaparecido. No obstante, aclaró con firmeza: “La esperanza de encontrarlo está vigente, a pesar del tiempo. No tiene razonabilidad, pero es un sentimiento que abrigamos en la familia con todas nuestras fuerzas”.
Los sospechosos de siempre
La investigación que llevaron adelante en conjunto la Fiscalía Federal de Corrientes y la Unidad Fiscal Especializada en Secuestros Extorsivos (Ufese) fue clave para identificar a una parte de la banda que secuestró a Cristian Schaerer. El otro rol determinante para el avance de la causa lo tuvo el propio padre de la víctima, a quien ya habían intentado secuestrar en Paraguay, donde vive, antes que a su hijo.
“Es lo que más lamento, porque si me hubieran podido llevar a mi él (Cristian) se hubiera salvado”, señaló Schaerer, y precisó: “El secuestro de Cristian fue producto de que fallaron con el mío, los autores fueron los mismos”. Para él, la única finalidad de los secuestradores era conseguir el dinero y por eso fueron, en su segundo intento, por la víctima más vulnerable.
•Las condenas y un silencio inquebrantable
En agosto de 2009 fueron sentenciados a 25 años de prisión dos cabecillas del grupo: Cristian Carro Córdoba y Raúl “Caniche” Salgán, al igual que el abogado Ángel Barbieri y Néstor Barczuk (uno de los cuidadores de Schaerer). Gonzalo “Paragüita” Acosta recibió 16 años de cárcel; Claudio Cornelli (otro de los cuidadores), 12 años, y Judit Alvarenga, 7.
Cuatro años más tarde, la Cámara Federal de Casación condenó al policía Miguel Ángel Ramírez a 18 años de prisión; a los hermanos Sergio y Oscar Salgán y a María Esther Sudo, a 17 años, y al hijo de la mujer, Jorge Sudo, a 11 años.
Todos los condenados cumplen prisión en distintas cárceles federales del país, a excepción de “Caniche” Salgán, que murió en septiembre de 2017 en la Unidad Penitenciaria Federal 7 de Resistencia, Chaco.
En tanto, el “Ruso” Lohrmann y Maidana, alias “Potrillo”, líderes de la agrupación, se convirtieron en los imputados número 13 y 14 de la causa iniciada en 2003 cuando los atraparon en Portugal, como asaltantes de bancos y blindados, tras haber logrado permanecer prófugos durante 14 años. Ambos deben cumplir en Lisboa una parte de su condena de 18 años antes de ser extraditados a nuestro país desde el Viejo Continente para ser juzgados por el secuestro del joven correntino.
En cuanto a la situación particular del condenado Jorge Sudo, según la resolución dada a conocer en las últimas horas, fue beneficiado por el juez Bosch con la libertad asistida, que le permitirá salir de la cárcel seis meses antes de agotar su pena en marzo de 2023.
Para esto, Sudo deberá cumplir ciertas condiciones, como por ejemplo vivir en la casa de una tía en la localidad correntina de Paso de los Libres, someterse a la tutela de la Dirección de Control y Asistencia de Ejecución Penal en Corrientes y poseer un trabajo, oficio o profesión, entre otras.
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